Cuando me olvidas en el último cajón de la indiferencia
te veo desahuciado en el poso seco de mi deseo
te sé perdido
cuando me pierdo
sucios remontamos la nada y un silencio maldito
entre el aluvión de mordazas
con que me excomulgas y lanzas
hasta donde pueda seguir intuyéndome tu olfato.
Y entonces salto al vacío
vacía de temores en el aliento acre del desvelo
-temores que jamás se precipitaron en la nada-
roía entre musgo seco
-perturbada por el cuánto solía morder tu boca hecha beso-
lamía en alguna corteza húmeda por el rocío
-y era sucumbir hambrienta de ti-
y en el cementerio de lamentos de cualquier refugio de perros
me desterraba en la tristeza del nunca más
cada sueño se sofoca entero
y mórbida me deshauciaba buscando letras de fantasía inútil
en el intento de entrar en la oscuridad obscena del olvido anticipado
-que nunca llegó a ejecutar la guillotina del final
afortunadamente-
olvidé que me bebías a cuenta gotas
y te reconstruía en cada paso donde creció nuestra complicidad
tú
intemporal en mi memoria
inmenso y bravo como el Pacífico
jamás
acabo de saciar esta sed que con maestría
ligaste a mi manera de naufragar entre la corriente de tu silencio
y hubo noches donde maldecíamos
y también levitamos entrelazados expuestos al rechazo
-no nuestro-
expulsados sin agotar el denso sudor
sentenciados a dolernos y morder nuestra vehemencia
nunca fue certeza la promesa que viajo implícita
porque entre la dimensión de desquiciarnos
sólo nos bastó husmear e ignorar
el resto del despecho que resollaba desolado y vivo.
No claudiquemos
y vayamos una paso adelante del laberinto que
entraña la soledad de nuestro corazón expuesto
-hilvanemos la vitalidad de nuestros órganos
en medio de la oscuridad callada-.
Ahoga mi prisa pero anuda mi tobillo al voladero
¡Sí!
Anega mi agonizar mientras elevo tu palpitar más y más
cada rescoldo del deseo lo lavaré con el verso húmedo que destilo
al borde del precipicio donde me coloca tu empuje intempestivo
entra y sal por una eternidad
con más luminiscencia
anuda tu caos en mi vientre
mírame sin parpadear como lo hago yo
cuando nos alerta e invade el ritmo de todas las mareas
rememos al unísono náufragos en nuestro maremoto
hasta que éste nos escupa con repugnancia
en el desierto íntimo de nuestra cálida playa
y cuando te acune adhiérete a mí
y desinhibe de conceptos
la tan necesaria calma final de nuestra noche
cada noche.
encontré en un nido el sonido oculto.rt
4/II/2013. Sobre piedras aledañas descansamos
Imagen: Roberto H
Letras: yguana rosa
http://www.youtube.com/watch?v=dsWWs7An6ME