Meditación (O canto decadente a unos ojos tristes)
Destello, ondulo.
Por momentos el coral
me mimetiza
el oleaje me flota
asida de la espuma de esta interminable estela oscura
la radiación del sol ralentizado
evapora la sangre vertida de la vena expuesta
que pareciera dibuja
algo como una larga pista grana en un fondo verdeazul
como una fina linea de fuego que tiñe el horizonte
o de noche
agua quemada por la incandescencia del rayo
gratificante una nube cuando llovida
poco a poco destiñe
refresca el ardor que irrita hasta la entraña.
Cuando mi pelo crecía
oí dormida su breve canto en un susurro
el olor del humo se entreveraba en mi trenza de niña
y en ese entonces
-ya lo sé-
al caminar por la estrechez de la oscuridad de afuera
al sentir como impregna mi linfa el cantar del búho
paladee el olor exacto
el sabor nocturno y saldado del pasadizo que me llevaría
a embriagarme de tus visiones en verso
a la levedad de beber de la copa de tu voz desperdigada
como frágil instrumento de cristal fracturado y esparcido por uni-versos
a ser entre nubarrones
un alma perenne
-a temporalidad obstinada en el vértigo-
arropada mi piel por el abrazo borrascoso en tus tormentas
aún cuando sea de mineral pedregoso
-o como el mineral afilado
gélido y cruel que hiende la carne de navajazos-
la densidad áspera del aroma de tu ausencia.
Las tardes de caminar entre goterones de lluvia torrencial
o algunas con agua de canto casi imperceptible sobre el tejado
humedecieron de certeza al lamer la intuición
y sí, cierto es
lo contundente del encuentro
con tu rostro perpetuamente oculto
y vigente
en lo ultrajantemente caduco
en el continuo presente
en la sombra que
rehúsa detenerse.
En un eterno.
Por momentos el coral
me mimetiza
el oleaje me flota
asida de la espuma de esta interminable estela oscura
la radiación del sol ralentizado
evapora la sangre vertida de la vena expuesta
que pareciera dibuja
algo como una larga pista grana en un fondo verdeazul
como una fina linea de fuego que tiñe el horizonte
o de noche
agua quemada por la incandescencia del rayo
gratificante una nube cuando llovida
poco a poco destiñe
refresca el ardor que irrita hasta la entraña.
Cuando mi pelo crecía
oí dormida su breve canto en un susurro
el olor del humo se entreveraba en mi trenza de niña
y en ese entonces
-ya lo sé-
al caminar por la estrechez de la oscuridad de afuera
al sentir como impregna mi linfa el cantar del búho
paladee el olor exacto
el sabor nocturno y saldado del pasadizo que me llevaría
a embriagarme de tus visiones en verso
a la levedad de beber de la copa de tu voz desperdigada
como frágil instrumento de cristal fracturado y esparcido por uni-versos
a ser entre nubarrones
un alma perenne
-a temporalidad obstinada en el vértigo-
arropada mi piel por el abrazo borrascoso en tus tormentas
aún cuando sea de mineral pedregoso
-o como el mineral afilado
gélido y cruel que hiende la carne de navajazos-
la densidad áspera del aroma de tu ausencia.
Las tardes de caminar entre goterones de lluvia torrencial
o algunas con agua de canto casi imperceptible sobre el tejado
humedecieron de certeza al lamer la intuición
y sí, cierto es
lo contundente del encuentro
con tu rostro perpetuamente oculto
y vigente
en lo ultrajantemente caduco
en el continuo presente
en la sombra que
rehúsa detenerse.
En un eterno.
"De Seda"
Metamorfosis
en reposo insurrecto,
Metamorfosis
en reposo insurrecto,
al MetaAmarnos.rt
16.
Y 17.
Mayo.
Dos mil trece.
De efe
Imagen: Norman Rockwell
Letras:
yguana rosa (De los imposibles se tan poco.
De lo posible, prácticamente nada)
1 Comentarios:
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=GnrcZ9N27fc#!
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