martes, diciembre 19, 2006

Romance de la Luz y la Luna














*
Luz que se filtra a lo lejos
entre la fresca enramada
que se yergue majestuosa
en el patio de mi casa.
Luna que cubre los cielos
con feroces marejadas
de reflejos inquietantes
sobre la oscura montaña.
Luz de pálidos fulgores
que me han robado la calma,
ríos de luna que corren
por las espigas doradas,
olas de viento y de luna,
cabelleras nacaradas
de los trigales que mecen
los vientos de la cañada.

“Ay Luna de mi fortuna
que te llevaste mi alma,
cuando bajarás del cielo,
al umbral de mi ventana.”
“Nunca, desdichado amigo,
nunca en esta vida amarga
que haz de vivir muriendo
con un nudo en la garganta.”

“Ay Luz de mis ojos tristes
que te llevaste mi alma,
cuando volveré a verte
en la orilla de mi cama.”
“Nunca, desdichado amigo,
nunca en esta vida amarga
que haz de vivir muriendo
con un nudo en la garganta.”

Vago el camino sin rumbo,
perdida toda esperanza,
busco en la tierra una grieta
donde fijar mi morada;
vago perdido en el monte
verde de puro esmeralda,
vago el camino sin rumbo,
sin luna, sin luz, sin alma.
*
*

Imágen: Sandra
Romance: luis david

martes, diciembre 12, 2006

Un día...

Tenía ya más de media hora sentado en la orilla de la cama. Juan miraba por la ventana, veía solo la parte alta de los edificios, antenas y cables. Algunos pájaros pasaban por ahí de vez en cuando, el cielo era azul a lo lejos un gran número de nubes comenzaban a formarse, en la radio habían dicho que las probabilidades de lluvia eran altas. Se levantó y prendió el aire acondicionado, ¡pinche calor! dijo y se volvió a sentar. Tomó uno de sus cigarros y lo encendió. Se quedó largo rato mirando al espejo, su cara parecía deformarse cada vez que lanzaba el humo hacía el espejo. Busca su celular para ver la hora, eran cuarto a las dos. Suena el celular.

- Bueno

- Ya voy para allá

- ¿Tardas aún?

- No, dame unos 20 minutos

- Ok

- ¿Cómo estuvo el viaje?

- Cansado, ocho horas y un pedorro hacen un viaje estresante

- ¿Cómo?

- Nada, acá te cuento.

- Ok, ya no tardo

- Vale

- En que cuarto estás

- En el mismo de siempre, el 204

- ¿Te lo volvieron a dar? Chistoso no?

- Supongo que si, acá te espero

- Vale, ya no tardo

- Ok

- Bye

- Bye

El cigarro está por terminarse, Juan lo toma, fuma hasta que se acaba, es poco lo que queda, se levanta, abre la ventana, el calor se siente inmediatamente. ¡pinche calor! y avienta el cigarro. Se da cuenta que las nubes grises cada vez están más cerca. Abajo, en el estacionamiento una mujer platica con el policía, trae unos shorts pequeños y ajustados, este no deja de observarle las caderas. Juan no deja de ver la escena, es divertida, pues los dos están jugando a lo mismo, sin decir mucho, sus cuerpos comienzan a moverse de tal forma que se invitan uno a uno a estar cada vez más cerca, él se acerca cada vez más, la mano le roza la cintura mientras ella suavemente le quita la mano y la acaricia. Se ven a los ojos y ella sonríe. Por fin, el policía se anima y la abraza, ella por un instante se resiste pero cede al final y lo abraza. ¡pinches calientes, je! Juan había prendido su último cigarro y observaba muy contento la función. Por un instante olvidó la razón del viaje.

Un auto gris se estaciona, Juan cierra la ventana. Los nervios lo invaden, las piernas tiemblan y las manos le sudan. Se sienta en la cama, se levanta. Siente un golpe en el estómago, como una sensación de vacío, puede escuchar los latidos de su corazón, cada vez más rápidos, más fuertes. Se toca el pecho, se mira en el espejo, por primera vez nota su mirada, es triste, cansada. No había visto lo grande de sus ojeras que mostraban esos días donde no había podido dormir tratando de imaginar como sería este momento, lo que estaba por suceder. ¿Qué le iba a decir? ¿Cómo reaccionaria la verla? ¿La abrazo, la beso o solo la saludo? ¿Qué hago? Nunca se dio cuenta que mientras esas ideas invadían su mente, caminaba nerviosamente por el cuarto del hotel. Buscó en la cajetilla de cigarros pero se habían terminado, se dio cuenta del estado en el que estaba, se sentó en la orilla de la cama de nuevo a esperar. Tocan a la puerta, se levanta y abre. Ella se queda un rato observándolo, sin decir nada.

- Hola, no has dormido verdad

- Hola, no – Juan se acerca a darle un beso que ella rechaza.

- No

Caminan hacia la cama, ella se quita los zapatos y se sienta, el se sienta a un lado de ella, prende la tele. Se quedan en silencio, Juan no deja de cambiar los canales, no tiene ganas de ver nada ¿por que la prendí?

¿Qué pasó?

Nada

Ok. ¿Cómo estás?

Pues como voy a estar… mal

Si lo sé.

De nuevo el silencio, viendo tele, cambiando canales de manera automática, sin decir nada. Incómodos. Juan voltea y ella también. Sus miradas se encuentran durante un largo tiempo, en silencio aún, sin decir nada. Ella le acerca la mana a la cara y lo acaricia, él cierra los ojos, siente sus manos suaves, sin darse cuenta un lágrima a caído. Ella comienza a llorar.

- Perdón

- ¿Qué pasó?

- No se, fue tan rápido

- ¿Por qué lo hiciste? – apaga la tele y la abraza

- No sé.

- Si sabes.

- No, no lo sé.

- No me digas que no sabes, nunca has actuado sin saber lo que está sucediendo. Sabes porque lo hiciste.

- Dime - (no, mejor no, no quiero saber) – se dice hacía a él mismo

- No se que pasó

- ¿Quieres que te diga yo que pasó? – (¿y por qué debo hacerlo yo?) – toma su rostro y la ve a los ojos, los dos lloran.

- Si – toma un pañuelo y se limpia los mocos

- ¿Qué esperabas que sucediera si yo no estoy aquí? ¿Si hace ya más de dos meses que no he podido venir a verte? ¿Si necesitabas un abrazo y yo no estaba?

- Pero se supone que eso no iba a ser un problema, se supone que si te amo no hay razón para que me fije en otra persona. ¿Por qué se apareció si todo estaba bien?

- (no mames) Pues si, se supone que todo estaba bien, evidentemente esto no era cierto, no si te fijaste en alguien más. No estaba bien, en cuanto aceptaste su invitación a tomar “un café”

- El café, el café, ¿por qué acepté ese café?

- Por que te gusto, no?

- Si

- ¿Entonces?

Ella se quedó en silencio un rato. Juan veía el la alfombra barata color café, no podía creer lo que estaba sucediendo, pensó jamás sucedería.

- Supe que algo había pasado después de ese café, tu llamada me lo dijo todo. Por la tarde me mandaste un mensaje que avisándome que ibas a salir con tu primo y unos amigos a tomar café. Ok, no hay bronca. Ve. ¿Cuál es el problema? Según yo ninguno. Total, al final llegué a casa. Eran ya las once de la noche, me fui a dormir. A la una de la mañana me hablaste y antes de que dijera algo me dijiste “recuerda que te quiero mucho”. (¿Qué quieres que te diga después de esa frase? Me diste en la madre) “si y yo a ti” te contesté, ¿Cómo te fue? Bien, pero tu voz era distinta, algo había pasado. ¿Qué pasó?

- Me dio una carta – lloro más, de manera amarga. Juan se puso serio, las lágrimas pararon, se había convertido esa sensación de dolor en enojo, cero los puños y la miró a los ojos.

- ¿Y que decía esa carta? (¿para que chingados quiero saberlo?)

- Decía que estaba enamorado de mí, desde hace siete años, SIETE AÑOS, ¿te imaginas? Se acordaba de las veces que nos habíamos visto, en la tienda de discos, en la plaza, cuando iba con mi mamá. Siete años.

- ¿Y luego? -

- Nada.

- ¿Nada?, ¿Aceptaste la carta?

- Si

- ¿Por qué?

- ¿Pues que hacía? ¿Tú que hubieras hecho?

- ¡Pues no la acepto, no jodas, tengo novia! Digo, se supone que existe algo así como respeto al otro, a tu compañero, claro, evidentemente esto es subjetivo. (¿por qué me - - hace esta pregunta?) y pues lo que yo siento no necesariamente es lo que tú sientes. - - - Además de que te gustó el guey claro está.

- ¿Cómo sabes?

- Aquí la bronca no es que te guste alguien, sino que le des entrada.

Juan se acercó a ella, la tomó del brazo y se acostaron. Mientras le acariciaba la cara trataba de entender lo que estaba sucediendo, aún no lo creía, por su mente pasaban imágenes varias, cuando platicaban y hablaban del futuro, llevaban ya dos años juntos, casi todo el primer año vivieron juntos, después ella se regresó a vivir con sus padres después de terminados sus estudios. Recordó el último día que estuvieron juntos, fueron a desayunar, se hicieron promesas, lloraron juntos, veían al futuro o eso creía. Jugaban a ser adultos. Palabras como “te espero” “no desistas” “no es sencillo, pero se puede” le llegaban constantemente. Se dio cuenta que él mismo se había vendido una idea, y lo peor, se la compró completa, se la creyó. Recordar esto lo hizo enojarse más, pero ahora el enojo era con él, se tendió una trampa el mismo de la que ahora no podía salir. Nunca iba a suceder, se había terminado. No era ella o el otro, simplemente no iba suceder. Juan empezó a llorar de coraje, estaba muy enojado. ¿Por qué? ¿Por qué me la compré?

- (¿Por qué? ¿Por qué?) ¿Por qué?

- ¿Mande?

- ¿Por qué? ¿Por qué? – el tono de su voz era más fuerte cada vez que lo decía

- ¡¿POR QUEEE?! ¡CARAJO!

Ella sin saber que hacer, con culpa y miedo, lo abraza, lloran.

- No pasa nada, Ya. Tranquilo





Texto: Iván


Desnudos: Sandra

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