jueves, noviembre 30, 2006

Incertidumbre



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A fuerza de creer que te conozco
encuentro tu imagen en mis paredes,
en los muros de mi alma
y en las páginas de mi historia.
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A fuerza de creer que te conozco
realizo mil acciones convencido
de estar ante el recuerdo
de tu cuerpo.

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A fuerza de creer que te conozco
te beso en mis noches,
acaricio tu pelo y tu boca.
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A fuerza de creer que te conozco
he borrado de mi libro
la dirección del futuro.
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Imágen: Sandra
Soneto: luis david

sábado, noviembre 25, 2006

No

























Un no
es una respuesta
que oculta muchas cosas.
Un no
es una canasta
en la que guardo
la melancolía.
Un no
es la sonrisa
que facilita mi día.
Un no
es la medida
de mi dolor fatigado.
Un no
es el camino
de mis dudas añosas.
Pero un no

es, algunas veces,
tan solo

un no.


Imagen: Sandra

Poema: luis david

domingo, noviembre 12, 2006

Tu partida...



Recuerdo cómo me dejó tu partida. La noche acompañaba mi estado de ánimo. Yo estaba acostado en la cama. Miraba sin cansarme el celular esperando que sonara en cualquier instante. ¿Por qué esperar una llamada que no quieres recibir? Me preguntaba. No solo era el sentir que podías llamar sino el saber que yo también podía hacerlo, ese sentimiento de angustia, de amor desenfrenado que siempre se daba cuando te ibas, me sudaban las manos, sentía mi corazón latir, lo oía. Bien podría sentarme, levantarme de ese letargo, ahí en la cama, desnudo, ya sin ti y llorar. Llorar por mí, por el dolor que tenía adentro, por aquellos que no podían llorar, por ese silencio que me prohíbe hablar, por el silencio que me prohíbe gritar, cuando todo mi cuerpo lo pide a gritos. (“a gritos”, que irónico) ¿Cómo se oye el grito del cuerpo? Se siente en el estomago, la cabeza da vueltas, las piernas no se mueven, los labios no se abren, el sonido no brota. Arañazos en la garganta, son los sonidos de años de silencio. Esa noche te fuiste y para siempre, lo supe, lo sentí. Cerré los ojos y pensé en las largas caminatas que dábamos por las calles, después de salir de una cena, del cine, de teatro, no importaba, siempre caminábamos, hablábamos de la última película que habíamos visto, de la cena, discutíamos de algún problema en el trabajo o bien solo abrazados, en silencio nos dirigíamos al departamento. Intenté llorar, no pude. Las lagrimas no salían, tratando de evocar recuerdos, de esos años, los que ya no son, los que ya no serán. ¿Por qué había perdido esa sensación? Los recuerdos solo se habían quedado en eso, recuerdos. Me sentía hundido. Poco a poco me iba hundiendo en arenas que nunca había pisado pero siempre estuvieron ahí. Solo era cuestión de tiempo. ¿Por qué nos las vi? ¿Cuándo sucedió? ¿Qué pasó? Volvía a preguntarme, no había respuesta. Sonó el teléfono, inmediatamente me paré, vi tu número, deje que sonara unos instantes y conteste, del otro lado silencio, las manos dejaron de sudar, mi corazón ya no sonaba. Fue un instante nada más, para mi fueron mil años, una vida.

-¿Por qué te fuiste?

Inevitablemente, el grito salió, lágrimas brotaron de mis ojos. Ninguno de los dos dijo algo más, solo lloramos. Un dolor lleno de liberación se apodero de mí. Ahí en la cama, sentado con las piernas cruzadas, desnudo, sin nada más que mi alma dispuesta a rendirse y correr detrás de ti, ahí, a corazón abierto, llorando, hablando en silencio los dos, escuchándonos, supimos lo que venía, entendíamos lo que era, el final. Lo último que escuche fue como aspirabas tus mocos para después colgar. Me acosté sin soltar el teléfono, cerré los ojos y como hace mucho tiempo no sucedía, comencé a soñar.

Estoy parado en la puerta del cuarto con mi taza de café que me regalaste el día de mi cumpleaños, la luz de la calle iluminaba tu cuerpo desnudo, me siento en el sillón que está frente a la cama, tú duermes. ¡Cuánto te amo, carajo!
Imágenes: Sandra
¿Texto?: Iván

lunes, noviembre 06, 2006

relato de una comevidrio (se tragó a su espejo)


"...estaba sobre su espalda, me senté en un ángulo de 90 grados con respecto a sus caderas. Separe sus piernas y moví mi lengua para arriba y para abajo haciendo mover para los lados la cubierta de su clítoris. comencé a sentir dos pequeñas protuberancias, a los lados del clítoris...estaba excitada. Continué con los movimientos de lengua, posicioné mi dedo en su perineo. mi lengua estaba en el lugar correcto, y pude sentir en mi dedo su contracción preorgásmica..."

...se me olvidaba que a ti no te gusta sentir y que mi habilidad para transformar lo prometedor en frustración siempre se desata de manera maravillosa contigo; pensé que ya no quería tocarte, pensé que era mejor idea probarte. Solo quería probarte...¿que de malo tiene?..siempre has sido mi espejo, mi protocolo de reflexión y ahora tenía que liberarte de mi.

¿canibalismo?, qué manera mas vulgar de nombrar un ritual, ¿es tan difícil comprender al consumo en su fase sagrada? No, lo que hice fue adquirir tu sustancia. siempre dijiste que eras mi espejo.

El "tabú" sólo se instala en la parte animal del cerebro y en personas débiles mentalmente, lo que les impide comer, provocándoles vómitos y otras manifestaciones físicas parecidas, a mi no me pasó nada, somos lo que comemos.

Solo quería saber a qué sabía tu soberbia,-Tomad, comed, éste es mi cuerpo, ésta es mi sangre- arranqué de una sola dentellada tu clítoris y lo mastiqué despacito y pensé que no sabía lo suficiente, que seguramente habrían otras partes cargadas de maná, ¿a qué sabrá tu corazón?, la cabeza, los senos, los muslos, los dedos de tus pies.

... te comí entera, así no más, a mordiscos lentos, como si se tratara de un pollo despresado...

¿qué le vas a decir a tus amantes? ¿cómo les vas a describir lo que sentiste sin hacer que caigan también en la perversa tentación de la fantasía?

"me partió en seis pedazos: cabeza, tronco, brazos, pelvis, muslos, piernas, incluyendo, claro está, manos y pies. Podría haberme partido en ocho, le faltaron mis maravillosas rodillas, el hueso redondo de las rodillas, recubierto con la única porción de carne roja que existe en el cuerpo humano, me devoró así como si fuera un mango verde, a mordiscos "

Nunca sabrás que no me gustaron tus ojos, dicen que cuando la persona pasa de los 35, se endurecen y se agrian, ya no vale la pena comerlos...tus ojos sabían a rencor, me comí tus labios, chupe cada uno de tus dientes...destacé tu lengua, pero no la comí...fue mejor y mas satisfactorio arrancarla en pedazos y escupirlos, cada palabra, cada decreto, cada expresión con que solías seducir a quien tocara tu canto de sirena, quedó reducido a nada.

No estuvo mal, solo fue el compromiso de amarte como a mi misma, de llevarte dentro, siempre supe que deseabas ser devorada ¿recuerdas cuando ofrecías tus senos? ¿acaso no era solo una muestra de tu necesidad de suministrar alimento a toda aquella que fuera objeto de su solicitud, y no solamente al fruto que te negaste?

Lo que hicimos fue una muestra de amor... no solo te amé sino además te deglutí...te adoré, adoré oírte llorar de dolor...sabía que tenías sangre pesada...y no, no solo la sangre, también el corazón, el hígado, los riñones, todo cayó pesado, pero no estuvo mal, quería conocer tu sabor.

Cuando una se enamora de una mujer, lo normal es que quiera besarla. Para mí fue casi lo mismo. Sólo quería probarte. Me gusta la gente fuerte y robusta, sobre todo si son mujeres guapas. Y en mi cabeza comer y ser comido es lo mismo...me encontré contigo...

"yo no tengo la culpa, señor fiscal, de que su complejo de bistec haya sido mas fuerte que el mío..."

tierna imagen: Sandra

sádico texto: Colibrí

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