miércoles, enero 07, 2009

Luz tardía

Le percibía como a un aburrido niño:
Manos y nariz adheridas
contempla la lluvia a través de la ventana...

Ella:
Tarde de Verano, desborda en luz.
Intenta seducirle... Lo anhela.

Él:
Elegante Reloj, desde el letargo de su caja
le mira pasar...
Busca entre los engranes
la osadía para seducirle. !La anhela!

Cae la noche.
Destiempo.
Tic tac, tic tac...


Gdy. Otono/Invierno 08/09.rt
Imagen: Sandra
Poema: rt

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2 Comentarios:

Blogger Luis David dijo...

Me gusta la carga de erotismo de tus poemas.

gracias y besos

7:30 a.m.  
Blogger yguana rosa dijo...

Luis David, lo que pasa es que...Te han dicho que eres un lunatico?
Eres un lunatico. Mira, no me creas, escuchemos a Baudelaire:

Les Bienfaits de la Lune
Petits poemes en prose

La Luna, que es el capricho mismo, se asomó por la ventana mientras dormías en tu cuna, y se dijo:
«Esa niña me agrada.»

Y bajó blandamente su escalera de nubes y atravesó sin ruido los cristales. Se extendió luego sobre ti con la suave ternura de una madre, y depositó sus colores sobre tu rostro. Las pupilas se te quedaron verdes y extraordinariamente pálidas las mejillas. Por contemplar esta visita, tus ojos se agrandaron de tal forma y ella se aferró tan tiernamente a la garganta, que has conservado para siempre las ganas de llorar.

Entretanto, en la expansión de su gozo, la Luna llenaba todo el cuarto como una atmósfera fosforescente, como un veneno luminoso; y toda aquella luz viva pensaba y decía: «Eternamente has de sentir el influjo de mi beso. Serás hermosa a mi manera. Amarás lo que yo amo y lo que a mi me ama: el agua, las nubes, el silencio y la noche; el mar inmenso y verde; el agua informe y multiforme; el lugar en que no estés; el amante que no conozcas; las flores monstruosas; los perfumes que hacen delirar; los gatos que se desmayan sobre los pianos y gimen como mujeres, con voz ronca y suave.



«Serás amada por mis amantes, cortejada por mis cortesanos. Serás reina de los hombres de ojos verdes a quienes apreté la garganta en mis caricias nocturnas; de los que aman el mar, el mar inmenso, tumultuoso y verde; el agua informe y multiforme, el sitio en que no están, la mujer que no conocen, las flores siniestras que parecen incensarios de una religión desconocida, los perfumes que turban la voluntad y los animales salvajes y voluptuosos que son emblema de su locura.» Y por esto, niña mimada, maldita y querida, estoy ahora tendido a tus pies, buscando en toda tu persona el reflejo de la terrible divinidad, de la fatídica madrina, de la nodriza envenenadora de todos los lunáticos.

!Taqueros!

7:41 p.m.  

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